tanto. Ni lloraré. Pero Evan era mi hermano pequeño, solo tenía diecisiete años. Se perdió tanto de la vida… Mil veces maldije a la diosa de la Fortuna por lo que le hizo. Evan era demasiado bueno en todo ¿Quién no le tendría envidia? Incluso una diosa… El final no fue algo que se pudiera evitar. No desde que lo dijo: “Sálvate tú, yo los detendré” Ni siquiera en su entierro fui capaz de dejar de pensar en ello. Mientras que el humo del incienso bendecido que desprendía el botafumeiro inundaba la sala tratando de ahogarnos aún más de lo que las lágrimas, la tristeza y la agonía lo hacían; y mientras el presbítero hablaba en palabras huecas que no eran ni siquiera un eco de lo que en verdad nuestros corazones querían expresar, de lo que en realidad mi corazón quería expresar; yo miraba el ataúd que apresaba el cuerpo inerte de Evan. Solo un fantasma de lo que él había llegado a ser antes de caer. Entre esa capilla de luto mi alma trataba de escapar y encontrar a Evan, pero él estaba muy lejos. Se había ido para siempre y yo jamás lo superaría.
Si preguntan qué fue de mi vida, puedo decir que he dejado esa estupidez de guardián de almas. “Dejemos que los muertos entierren a sus muertos” algo así dijo Jesucristo, en algún Evangelio, no sé en cuál, pero mi hermano lo habría sabido. Se sabía casi todas esas “frasecitas célebres” de la Biblia… pero él ya no está aquí. Por eso dejaré de desperdiciar mi vida. Ya que Evan no ha podido vivir la suya viviré la mía en su nombre. Puede sonar egoísta, pero sé que a él le habría gustado. “Carpe diem” me habría dicho “Vive el momento”. Su recuerdo me hace llorar de alegría. Siento como si él viviera en mí, ojalá fuera cierto… Hay gente capaz de verle el lado bueno a todo, incluso al dolor. Yo no soy uno de ellos, pero sé que el dolor une. Digamos que me reconcilió del todo con mis padres, pero soy demasiado orgulloso para volver a casa. Además ya soy mayorcito y puedo valerme por mí mismo. No fue difícil algo a lo que podía dedicarse alguien como yo. Dicen que todos los genios estuvieron un poco locos y en mi caso por eso no hay problema. Pasé cuatro años fingiendo ser un superhéroe y yo mismo me lo creí. La respuesta fue sencilla. Arte. Lo único que se me dio bien alguna vez en la vida. Evan siempre me dijo que tenía talento, que me dedicara a ello, pero yo le respondía que eso no tenía salida. Ahora mismo estoy lo suficientemente loco como para arriesgarme, poco me importa ya la salida o no. No estoy seguro, pero creo que me dedicaré a los cómics. Nosotros siempre adoramos los cómics. Eran la mezcla perfecta entre dibujos e historias. Después de todo no tiraba el tiempo cuando los leía en vez de estudiar, por no hablar de lo parecida que fue mi vida a un cómic durante cuatro largos años. Supongo que a Evan le habría gustado que el mundo supiera nuestra historia. La del estúpido guardián de almas y el verdadero héroe que se atrevió a decir:
“Sálvate tú, yo los detendré”